¿Alguna vez habéis tenido una necesidad de soledad tan
brutal que os encharca los pulmones y os impide respirar?
¿Cuántas veces habéis dicho: de ganas me iba a una
cabaña, sol@, porque estoy cansad@ del mundo?
−Es solo ansiedad por la rutina… −me han dicho.
Pero no. ¡Yo sé muy bien lo que es!
Es una necesidad de romper con todo, de largarme
lejos, de perder mi mundo de vista por un tiempo porque hay emociones dentro de
mí que llevan mucho tiempo siendo acalladas. Y duele. Duele mucho. Y a cada
suspiro hieren mucho más.
Llevo dos años con esta sensación de no estar en el
lugar correcto que me corresponde.
Llevo muchos meses cayendo, levantándome, tragando,
suspirando para coger aire nuevo, sonriendo sin tener ganas de hacerlo por creerme
la fuerte, pero sin liberarme por dentro, sin vaciar todo lo que me ha hecho
daño.
Y ni las hostias que doy en mis clases de Kick
Boxing me liberan ya. Y era mi terapia. Pero es que es un problema mucho más
profundo que el desfogue de adrenalina y la liberación mental.
Necesito desconectar. Respirar. Recoger aire que me
libere y no que me oprima más. Necesito vaciar mi alma para poder llenarla de
cosas que de verdad merezcan la pena.
Necesito alejar de mí todo lo negativo. Expulsar de
mi vida, pero de verdad, a todas esas personas que traicionan, que te demuestran
que no eran lo que tú pensabas, que te decepcionan, que juegan contigo, que te
marean. Porque ya estoy muy cansada. Cansada de despedidas. Cansada de decir
adiós, hola, adiós. De sentirme un trapo al que solo acude la gente cuando
necesitan algo y después le dejan tirado en una esquina. Cansada de estar para
ayudar a todo el mundo y no ayudarme a mí misma. Cansada de ponerme en la piel
de los demás y no ponerme tanto como debería en la mía propia.
Necesito estar sola. Ser más egoísta. Centrarme en
mí, y solo en mí. Porque ya he perdido la cuenta de las veces que he suspirado hondo en busca de alivio sin encontrarlo.
Yo que tenía miedo de la soledad y resulta de que
ahora me resulta adictiva. Ahora la necesito. Hoy la necesito más que nunca.
Hoy necesito escapar del mundo antes de que me
sepulten las emociones que llevo en mi interior.
Porque hay algo dentro de mí que no está bien.
Necesito dejar de bailar en montañas rusas. Necesito dejar de sentirme rota, de
coleccionar fracasos, de acumular pensamientos que no me llevan a ninguna parte
y que solo provocan sonrisas torcidas y dolores de cabeza. Necesito actuar más.
Necesito romperme del todo, pero no para reconstruirme, sino para hacer de mí
una nueva Rebeca.
Son demasiados los remiendos. Demasiadas las cicatrices. Necesito
soledad porque estoy cansada de sangrar. Y creo que me merezco mucho más.
Porque sé que el día que explote el vendaval que
llevo en la sangre todo mi mundo se vendrá abajo. Y sí, soy fuerte. Pero no sé
si estoy preparada para enfrentarme a ello. Y quiero estar preparada.
Esa necesidad de soledad que me ahoga. Esa necesidad
de gritar muy fuerte toda la mierda que me callo. Esa necesidad de liberarme.
Esa necesidad de tachar cosas de la lista mental.
Esa necesidad de tener unos días solo para mí. Lejos
de aquellos que me importan que cada vez son menos. De estar sola conmigo
misma. Aunque lo que me muestre la soledad me duela. Por un poco más de dolor
ya no pasa nada. Sé lo que es que el alma me duela y sentir el corazón roto en
mil pedazos.
Necesidad de escaparme, no para huir, sino para
coger aire. Porque ya no aguanto más. Sé que solo así, al regresar, estaré en
el lugar correcto.
Esa necesidad de soledad, hoy, me consume.
¿La habéis sentido alguna vez? ¿Qué habéis hecho?
Cansada. Decepcionada. Triste.
¡Os mando un abrazo congelado!