¡Queridos Dirtys!
¿Qué me decís de la ropa interior sexy?
¿Os gustan el encaje y las trasparencias? ¿Los
ligueros? ¿Las braguitas con cintas de inspiración bondage?
I’m an addict!
Se llega a convertir en una especie de fetiche. Soy tan adicta como a morder en ciertas situaciones.
¿Por qué nos volvemos tan locas las
mujeres con los conjuntos de encaje tras las rupturas?
¿Qué nos sucede en el cerebro?
Fijo que alguien, en alguna universidad, ha hecho un
estudio al respecto. Y estoy casi segura de que habla de la serotonina que se
nos descontrola y se activa en nuestro cerebro produciendo esta necesidad
corporal de comprarnos ropa interior. Como cuando nos enamoramos. El mismo
efecto ¡oiga!
A mí personalmente siempre me han encantado los
conjuntos sexys. Pero es que desde que me he quedado soltera…¡soy muy peligrosa!
Las mujeres no tenemos excusa para poner a temblar la
tarjeta de crédito y renovar vestuario para subirnos la autoestima, es una ley
no escrita, como lo de comer chocolate cuando estamos en esos días del mes.
Sabemos que lo de la ropa interior es imprescindible
para sentirnos súper sexys y lo podemos llegar a convertir en una adicción. Es
entrar en una tienda de ropa y ahí vamos corriendo y todo nerviosas a la
sección de conjuntitos provocativos. Entramos en internet y nos vamos a saco
hacia nuestras páginas guardadas en favoritos y cruzamos los dedos para que
haya nuestra talla.
¡Que le haya! ¡Que le haya! ¡Admitirlo!
Tras las rupturas y con el número 30 y… (ay, madre que
pronto me caen los 32) rondándonos la cabeza todo el día a modo de
depresión…dejan de existir las bragas de la menstruación. Llega un momento en
el que nos cambia tanto el chip que
nos fundimos la pasta en encaje, encaje, (cuero), encaje.
Solo nos permitimos las braguitas de colores y de
algodón para ir al gimnasio a entrenar o en momentos puntuales.
Y encima las webs
como Undiz no nos ponen más fácil lo de no pecar. Porque entras y…bufff…
Bueno, bonito y barato son sus premisas y claro, la
carne es débil. Que sí, que a todas nos gusta Agent Provocateur, pero la mayoría no nos lo podemos permitir. Así
que tiramos de lo accesible, de Undiz
y New Yorker. Nos queda eso o
buscarnos un millonario a lo Cristian Grey para que nos las arranque en los
momentos de locura y sea tan amable después de comprarnos más. Eso o echarnos
de novio a un Ray Donovan que personalmente le prefiero mucho más que al
Cristian ese.
Y se nos va la pinza. ¡Encaje! ¡Encaje! ¡Nos volvemos
totalmente majaretas!
A mí se me va el puto tendal entero, como dicen las
chicas de Puterful.
Y para arreglar esta adicción con la ropa interior que
tiene locos a los repartidores de mensajería que están todo el día con
paquetitos que dejar en mi casa…llega mi tía y me suelta eso de:
—¿Para qué te compras esas bragas si solo te las va a
ver el ginecólogo…?
Y es cuando la miro como si tuviera Rayos X y pudiera
traspasarla, pero en el fondo sé que tiene mucha razón.
—Serás zorra…
Ella se descojona…Y es cuando después del bajón momentáneo,
la espeto, muy digna:
—¡Me las compro para mí!
Y parece que no se lo cree hasta que me encuentra
delante del espejo de su habitación, meneando culo, apretando teta, volviendo a
menear el culo… Y sonriendo. Aunque para mis adentros susurre muy bajito:
—¿Y no podría adelgazar de culo y engordar de teta?
Y tras el suspiro nostálgico vuelvo a sonreír otra
vez…
Porque queridos Dirtys,
no hay nada mejor que la ropa interior sexy para darnos un subidón a la
autoestima rapidito, porque aunque queramos buscar defectos en nuestro cuerpo,
el encaje nos tiene tan abstraídas que no nos fijamos en lo que sobra sino en
lo que tenemos, en lo bonito que es, en lo bien que se adhiere a nuestro cuerpo
como una segunda piel.
Ropa sexy.
Ropa sexy.
Admitirlo, vosotras también pecáis una y otra vez. Y seguro
que también tenéis una mejor amiga a la que maldecir por haberos mostrado la
maldita paginita.
Pero ese: Joder, me cago en…se olvida enseguida cuando
nos llama por teléfono y nos dice:
—¿Nos vamos de compras?
Y entonces ella se lo compra para poner nervioso a su
marido, y tú te jodes porque te lo compras para ti porque no tienes a quién
enseñárselo.
—¡Yo me lo compro para mí!
¿Lo estáis repitiendo?
Y luego están esas otras amigas que te dicen…
¡A que no tienes cojones de hacerte foto y subirlas a Instagram!
Y como hace años que ya se te había ido la pinza por
completo, y a la nueva versión de ti misma la gustan los retos…¡Pues venga, fotos
de tus conjuntos a Instagram!
Y luego habrá quien se piense que soy una puta y que
voy vendiendo género. Pero no, queridos Dirtys, simplemente soy una mujer del
siglo XXI que hago lo que quiero cuando quiero, muestro lo que quiero cuando me
da la gana. Y no, de puta nada, porque las cosas las hago gratis y con quien
quiero. ¡Y suelo tener muy buen ojo ¡no me vale cualquiera!
¿Por qué digo esto?
Porque en el mundo en el que vivimos una tiene mucho
que escuchar…y hay mucha mente cerrada que debería evolucionar…o hacerse una paja o un dedo, pero ¿eh? no con mis fotos, ¡por favor!
¡Levantad la manita las adoradoras y adoradores del
encaje!
1, 2, 3…¡Ya perdí la cuenta!
¡Un abrazo muy sucio!
Pensé que yo era la unica con esta adicción. ������ Me mata la lencería, y definitivamente siempre que salgo de casa, debo regresar con al menos una panty de encaje comprada.
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