Un lunes más me encuentro con un café humeante
frente a la pantalla del ordenador. Un documento en blanco espera llenarse de
letras y mi mente en funcionamiento dicta palabras a trompicones. Un nuevo
desvarío quiere nacer.
¿Os apetece leer?
¡Seguid!
¿Cuántas veces os habéis sentido
derrotados?
O lo que es peor…
¿Cuántas veces habéis dudado si hacer
algo o no por miedo al fracaso?
Seguro que la segunda pregunta os escuece un poco
más que la primera. No es lo mismo hablar de las hostias que nos hemos dado que
de las veces que ni siquiera nos hemos atrevido a luchar ¿verdad?
El ser humano está repleto de sueños y aspiraciones
en su interior. O la gran mayoría de nosotros lo estamos. Soy de las que cree
que hay un porcentaje que ni siquiera guarda un sueño en su corazón, de ahí la
amargura que destila en su existencia, pero eso no es lo que nos ocupa hoy :P
Dentro de nuestro corazón laten un montón de deseos
que inconscientemente nos ayudan a seguir en pie. Son los motores de nuestro
día a día, nos motivan para seguir peleando, para ser mejores, para enfrentar
todo lo que nos hace daño. Porque sabemos que al final nos estará esperando “nuestro
sueño”.
Son el motor de nuestra existencia. «¡Cueste lo que
cueste!» Como decían Barón Rojo…
A veces, por cualquiera que sea el motivo, nos
sentimos sin fuerzas para pelear, nos sentimos
desubicados, cansados, hartos de
todo lo que nos rodea. Y es justo en ese preciso momento cuando nos
replanteamos todo el camino que estamos construyendo, cuando las dudas
aparecen, cuando los miedos acechan esperando nuestras lágrimas.
Crisis existenciales las tenemos todos. ¡Seguro!
Hasta aquellos que creen que no las tienen porque soy muy fuertes y nunca se
vienen abajo. ¡Já!
A veces nos preguntamos si deberíamos seguir paso a
paso hacia esa dirección que anhelamos o detenernos.
¿Miedo al fracaso? ¿A no conseguir lo que queremos?
¿Paralizados?
Como dice Ronda, una derrota es una derrota, pero el
sentimiento que nos provoca perder no es la misma sensación que se apodera de
nosotros cuando ni siquiera lo hemos intentando.
Afortunadamente (o por desgracia, según se mire) conozco
las dos opciones.
-Luchar por mi sueño y sentirme derrotada.
-No luchar por miedo al fracaso.
Todos sabéis que mi sueño es la escritura. Hace
tiempo que pasó de ser un hobbie para
mantener los sentimientos a raya, o una forma de no sentirme tan sola, a ser
una necesidad, una obsesión en algunos momentos. Escribir es lo que me hace
feliz, lo que me ayuda a sentirme realizada, a sentirme parte del mundo y lo
que un día dejaré aquí, en la inmensidad de internet.
Sé lo que es que te digan que algo que has escrito
no es apto para su concurso, que no da la talla, que no lo hayan elegido entre
la lista de participantes para ser finalista.
Pero también sé lo que es que te digan que Sí. Que has
ganado.
Que te publiquen un relato en papel. Que aquellas
personas que deciden aventurarse en las locuras que escribes te digan que les
gusta, y que sean sinceros y también te enumeren todos tus fallos, lo que
mejorarían, lo que cambiarían. Eso significa que de verdad te han leído con
todos sus sentidos alerta.
No solo han perdido su valioso tiempo en leerte,
tiempo que, seamos sinceros, no volverán a recuperar nunca más, sino que además
han puesto tanta atención que han ido más allá en tu historia.
Sé lo que es no enviar un proyecto por miedo a otra
negativa, a que no me quieran leer, a que no les guste lo que he creado, a las
críticas destructivas porque de las buenas críticas siempre se saca algo maravilloso.
¿Pero sabéis qué?
Una derrota es una derrota pero es
mejor caer peleando. Es mejor ser consciente de que lo has
dado todo por tu sueño. Aunque lo que escribes no guste a todo el mundo. Saber
que te has dejado todas las fuerzas para conseguir lo que llevas dentro de la
sangre hormigueándote la piel es el verdadero triunfo.
La vida está llena de derrotas, y lo seguirá estando
hasta el día de nuestra muerte. No obstante es mejor sentirse derrotado pero no
vencido, caer para después levantarse, pelear para sentirse guerrero, que no
haber peleado por nada importante en toda nuestra vida.
¿Vosotros qué preferís?
¿Pelear y caer?
o…
¿No luchar?
Para mí: una derrota es una derrota, pero es mejor
caer peleando.
Porque como decía el Che Guevara: No se vive celebrando victorias,
sino superando derrotas. La única lucha que se pierde es la que se abandona.
¡Un abrazo de escarcha!
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