Con el anochecer oscureciendo la ciudad, y tras
encontrar esta frase: El que ha naufragado tiembla incluso entre las olas
tranquilas, en la lista de artículos pendientes, me lanzo a
reflexionar sobre los naufragios y las olas tranquilas.
Para que podáis leer estas líneas cuando el sol reviente.
¿Habéis naufragado alguna vez?
Imaginad una isla desierta. Cerrad los ojos y
visualizaos a vosotros mismos sobre una tabla de madera en medio del mar,
mientras unas olas agresivas os azotan sin piedad y os hacen tragar agua al
intentar sobrevivir.
¿Sentís la angustia? ¿Sentís el dolor en el pecho, la ansiedad,
el ardor en la garganta y las palpitaciones en las sienes frente al peligro
inminente?
Imaginad que después de un tiempo en el que os
habéis creído muertos conseguís llegar a la orilla, y os quedáis allí tumbados,
agotados…
¿Os
recuerda a alguna situación vivida?
¡Entonces estoy segura de que habréis naufragado!
De hecho no creo que exista una sola persona en el
planeta tierra que no se haya sentido como un náufrago emocional en algún
instante preciso de su vida.
Yo me he sentido naufragar muchas veces. Demasiadas.
Conozco la sensación a la perfección. Sé lo que es
que la angustia te agriete la piel, que la ansiedad te apriete fuertemente el
pecho y pienses que te vas a derrumbar, que vas a colapsarte en segundos para
caer derrotado en el suelo.
Unas veces las caídas han sido más ligeras, otras
sin embargo me he sentido demasiado muerta y me ha costado mucho volver a
sentirme bien, volver a sentirme yo.
Y sino que se lo pregunten a mi lado emo adolescente…
He naufragado, me ha invadido la tristeza, me he
sentido perdida, tanto que cuando siento que las cosas van bien tengo miedo de
que suceda algo y que todo cambie.
¡Es inevitable!
Aunque mi mente quiera ser positiva, aunque me ponga
a recordar todo lo bueno pasado, todo lo maravilloso que estoy viviendo y mis
labios se deshagan en sonrisas,…
En el fondo de mi mente hay un pequeño interruptor parpadeando.
Parpadea. Una y otra vez. Sin cansarse. En señal de
alerta.
Parpadea con el único propósito de recordarme
que las cosas se pueden volver a torcer.
Ese recordatorio es como una luz brillante en el
cielo de mi alma al anochecer, aunque yo quiera cerrar los ojos para no ver su
resplandor, a veces, es mucho más fuerte que yo.
Es como un post
it pegado en las solapas de mi libreta personal donde voy escribiendo mi
vida y que cada vez que la abro me recuerda lo que puede suceder.
Es por ello que a veces siento miedo.
Tiemblo hasta cuando miro al frente y el oleaje de
mi playa está tranquilo.
Tiemblo porque sé lo que es sufrir y ahora que estoy
bien no quiero que nada enturbie mi caminar. No quiero cielos grises ni
tormentas. Quiero sonrisas. Muchas.
Quiero exprimir cada segundo sin que la sombra de lo
malo vivido me persiga. Quiero bañarme en el mar sin miedo a que el oleaje
cambie con las mareas y se ponga bravo de repente.
Y entonces respiro hondo, focalizo el presente y sé
que agobiarme por lo que pueda o no suceder es algo que provoca que pierda mi
tiempo. Y es tan valioso...
Y entonces respiro más hondo todavía y sonrío.
Sonrío. Porque las cosas me van bien y voy a hacer
todo lo que posible para que sigan así.
Porque como superviviente a unos cuantos naufragios
sé que el oleaje ahora está tranquilo, y al final es lo único que importa.
Aprovechar el momento. Vivirlo al máximo. Sentirme
viva.
Y es que cuando nos hemos sentido muertos,
reconocemos enseguida cómo es el sentirse feliz y vivo de verdad.
Cuando nos hemos sentido perdidos sabemos muy bien
lo que es sentirse pleno, sentirse parte de nosotros mismos, sentirse alguien.
Cuando hemos caído sabemos que hay cosas que no
dependen solo de nosotros mismos, y que no todas las personas que nos rodean
nos quieren bien, hay quienes nos envidian por cualquier motivo e intentarán
hacernos caer.
Es parte del ser humano.
Así como la vida y la muerte van unidas, así como la
felicidad y la tristeza no podrían existir la una sin la otra...
Joder al prójimo también entra en la lista de “cosas
por hacer” de algunas personas.
Así que aprovechad el momento, dejaos llevar por las
olas, y luchad. Luchad por sobrevivir al naufragio, por vivir de verdad, por
sonreír.
¿Lo intentamos? ¿Navegamos juntos?
¡Mucho ánimo! ¡Luchad por vuestro corazón con
uñas y dientes!
Porque el oleaje cambiará. Todo depende de la luna y
de las estrellas…
¡Una enorme sonrisa para los que intentan luchar!
¡Un copito de hielo para los que joden!
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