¡Queridos Freezers!
Hoy quiero mostraros una frase que me ha dado a
conocer mi amiga Mara, y que llega en el momento perfecto para hacerme
reflexionar.
Con unas palabras así era inevitable que mi cabecita
loca se fuese por las ramas divagando. ¡Con lo que me gusta a mí comerme la
cabeza!
“La gente nunca quiere ser parte del
proceso, pero quieren ser parte del resultado. El proceso es donde descubres
quién merece ser parte del resultado.”
Todos tenemos épocas de cambio, tiempos de
vendavales en los que dejamos de ser quienes somos para ser otras personas, sea
cuál sea el motivo por el que decidimos dar carpetazo y empezar otro sendero.
Durante ese proceso de deambular calles desconocidas,
emociones vertiginosas y dudas que carcomen, nos vamos a encontrar con dos
tipos de personas.
Aquellas que están durante el caminar y se quedan a
tu lado por muy duras que sean las tormentas.
Y aquellas a las que no les importa en absoluto lo
que te suceda y que prefieren ahuyentarse y volver cuando tú ya has conseguido
el resultado de ser quién quieres ser. Y casi siempre, regresan para intentar
hacerte daño y no dejar nada bueno a su paso.
Estas letras son un brindis por esas personas
bonitas que están en esa parte del proceso en la que tu presente está lleno de
cambios, y estás mutando de planes, de vida, e incluso de corazón…
Afortunadamente, durante mis últimos meses, me he
encontrado con varias personas que se han quedado a pesar del granizo y de las borrascas
de nieve, de las lágrimas y de las sonrisas a medio gas.
Y es, al reflexionar, al leer una frase como ésta, cuando
te das cuenta de que esas personas han permanecido a tu lado sin esconderse,
que no te han soltado la mano ni por muchos problemas que pudieran tener en sus
propias vidas, que siempre han intentado hacerte sonreír hasta en los momentos más
grises…
Y que son justamente esas personas las que importan.
Me he puesto a hacer recuento. Y resulta que me
sobran los dedos de las dos manos, pero que con los dedos de una sola mano no
me llega. Por lo que he de sentirme muy afortunada. Hay otras personas que ni
siquiera tienen un hombro amigo, de los de verdad, sobre el que llorar.
Por lo tanto, llego a otra conclusión.
Algo estaré haciendo bien si tengo a varias personas
así a mi lado. De las que acompañan en silencio, de las que aguantan la mano
cuando falla el equilibrio, de las que te recogen antes de que te caigas porque
solo con mirarte lo saben todo, de las que te chinchan para que saques el mal
genio, de las que te riñen en el instante adecuado porque saben que puedes con
todo lo que venga. De las que te miran a los ojos y te dicen lo que realmente
piensan, sin apartar la mirada.
Pero también quiero brindar por esas personas que
regresan y te dicen: Me equivoqué. Perdóname. Lo siento por ser tan gilipollas.
E intentan hacer las cosas de otra manera. Y te regalan nuevas sonrisas,
pequeños instantes que valen para anestesiar la melancolía en los días de
cielos negros.
Porque recordad esto: TODOS fallamos, todos nos
equivocamos. Todos la cagamos en algún momento de nuestra vida. Y nunca es
tarde para pedir disculpas si se sienten de verdad.
Porque creo firmemente que el que vuelve a tu vida
es porque quiere.
No hay pistolas en la cabeza que obliguen a alguien
a hablar con quien no quiere hablar. Ni a pasar tiempo con quien no quiere
estar. Y menos en un mundo tan superficial como el nuestro en el que un día
eres todo y al siguiente puedes ser nada. En el que puedes tenerlo
absolutamente todo un mes y después quedarte en mitad de la calle con las manos
vacías.
Si algo me ha quedado claro durante mi proceso de
cambio es que nadie pierde el tiempo con nadie, que nadie regala nada, ni cinco
minutos de su tiempo.
Y son por esas personas que están a tu lado, sea de
la forma que sea, que te dedican aunque sea media hora de sus vidas, por las
que merece la pena ser uno mismo en nuestro máximo esplendor, sin complejos,
sin dejar de sonreír, sin ocultar nuestro brillo, sin dejar de cantar, de
gritar, de bailar en los lugares más inapropiados.
Son esas personas las que se merecen tu locura, sin
cadenas que te limiten, sin comerte el cerebro con: ¿qué pasará? Son esas
personas las que se merecen tu dulzura y tu carácter especial. Son esas
personas las que se merecen todos los detalles del mundo, por pequeños que te
puedan parecer.
Porque es tiempo de dar a cada persona lo que
realmente se merece. Querer a cada persona como esas personas te quieren a ti.
Retribuir de verdad. Si te dan, das. Si te quitan, quitas. Si no te dan, no
des.
Porque ya no es tiempo de darlo todo por quién no te
trata como realmente te mereces. Que ya estamos todos muy jodidos para
mendigar.
Porque como dice Ambkor.
La vida es eso: disfrutar del proceso
mientras progresas. Y son los pequeños instantes de sonrisas los que van
formando la grandeza de la vida.
Y quién no esté a tu lado en el camino, no merece ni
un cachito de tu éxito personal. Quien no quiere formar parte de tu vida, no
merece ni un recuerdo. Porque hay que dejar espacio para todos los nuevos instantes
que están por llegar.
¿Sonreímos? ¿Brillamos? ¿Peleamos por los que nos
quieren en su vida?
¿Fabricamos nuevos instantes?
¡Claro que sí! ¡La vida está para VIVIR y no mirar
atrás! Para SENTIR y no pensar en lo que sucederá. Para dejar que las cosas FLUYAN...
¡Un abrazo congelado, Freezers!
Siempre fantástico Beka, gracias a ti por compartir tu tiempo con nosotros, y sobretodo compartir tus experiencias tan alentadoras, porque en tu sitio también hemos estado muchos de los que seguro te leen, y te leerán, un abrazo.
ResponderEliminarSiempre fantástico Beka, gracias a ti por compartir tu tiempo con nosotros, y sobretodo compartir tus experiencias tan alentadoras, porque en tu sitio también hemos estado muchos de los que seguro te leen, y te leerán, un abrazo.
ResponderEliminar