11/28/2016

TIENES QUE SER EL MEJOR EN TU PEOR DÍA

¡Queridos Freezers!

¿Habéis despertado por la mañana sintiendo que no es vuestro mejor día?

Yo varias veces. Pero shhh, ¡no se lo contéis a nadie!

Pie izquierdo, dolor de cabeza, café fuera de la taza de leche de avena, que la ducha no os despeje y os agote todavía más, que se os quemen las tortitas fit o se queden pegadas en la sartén, que os manchéis la ropa con Açaí al igual que un bebé, que la camiseta que queréis poneros esté sin lavar…

Que tras la ventana haga un sol radiante y os ciegue su resplandor. Que la lluvia golpee el cristal y la tristeza de las nubes negras se os acople al alma.

Ir con la hora pegada al culo y que se os olvide coger algo importante, tener que regresar a casa y después de corretear a toda prisa sin oxígeno para respirar…

Pensar: ¡hoy no es mi día!

Pues hasta en esos momentos, Ronda Rousey nos dice que debemos dar la mejor versión de nosotros mismos. El capítulo cuyo título da cuerda a este desvarío fue uno de los más motivadores, todos ellos lo son, pero este me demostró su rudeza, su valentía, su optimismo. Algo que creo que la hace única.

Algo que no debemos olvidar.

Sé que si alguien nos dijera en esos días, en los que estamos tan plof, que debemos dar lo mejor de nosotros, le preguntaríamos: ¿Es una broma?

¡Pues no!

A esa conclusión llegué tras leer a Ronda.

Porque si queremos vivir cada día exprimiéndolo hasta el último segundo con valentía y optimismo, es justo eso lo que debemos hacer: Ser los mejores hasta en nuestros días de mierda.

Y no importan las discusiones, ni las apatías, ni todos los tropiezos que se nos pongan frente a frente, no importa que cuando nos miremos al espejo nos encontremos con un careto que no reconocemos como nuestro, ni las ojeras ni las marcas de cansancio. 

Sonrisa, suspiro/bufido de gato, fuerzas renovadas. No queda otra. Tú puedes. Yo puedo.

Es lo que me repito cuando me pega el bajón. ¡Yo puedo!

Y oye que a fuerza de repetírmelo, entra en mi cerebro. Aunque me cuesta lo suyo ¿eh?

¿Lo intentáis vosotros también?

¿O soy una loca que cuando se mira en el espejo habla sola consigo misma?

Umm, ¡mejor no contestéis!

Ahora hacedme un favor.

Pensad en vuestro sueño, en vuestra meta más grande, en eso que respira dentro de vuestro corazón y os da cuerda para seguir en pie cada día.

¿Lo tenéis? ¡Yo sí!

Ahora preguntaos: ¿qué soy capaz de hacer por mi sueño?

Si queremos conseguir todas nuestras metas, si queremos sobresalir, sentirnos orgullosos de nuestro camino, de cada uno de todos nuestros pasos, debemos estar dispuestos a avanzar. 

Debemos dar lo mejor que tenemos aunque nos sintamos tristes, sin fuerzas o dudosos del camino que estamos siguiendo. Aunque a momentos nos entren ganas de replantearnos toda nuestra existencia.

En definitiva, tenemos que estar dispuestos a darlo todo.

Pensad que las cosas que se hacen a medias nunca son gratificantes. Y que aquello que cuesta un gran sacrificio es lo que realmente nos llena. Es justo eso a lo que regresamos cuando nos falta el aire, lo que nos saca una sonrisa después de la mueca de hastío.

En un solo instante de indecisión podemos perder todo por lo que hemos estado luchando durante mucho tiempo. ¿Nos vamos a dejar vencer por haber tenido un día o una semana de asco?

¡No!

Por nuestro sueño y nuestras metas tenemos que ser capaces de dar siempre, a cada instante, a cada segundo, la mejor versión de nosotros mismos.

Nuestros anhelos lo merecen.

Merecen esa versión que siempre ofrecemos cuando estamos alegres. Ya sabéis. Mezcla de optimismo, valentía, fuerza, alegría, esperanza, seguridad en nosotros mismos, lucha y rebeldía.

Recordad que todo es cuestión de perspectiva. Todo depende de si decidimos ver el vaso medio lleno o medio vacío.

Y he de ser sincera. Desde que observo todo lo que me sucede desde un prisma repleto  de colores, soy más feliz. Me angustio menos, me deprimo mucho menos, y sonrío casi permanentemente.

Luego están los días de mierda, de bajón y cansancio, en los que después del pataleo, me pongo mi música favorita, me miro en el espejo y levanto el dedito corazón antes de susurrarle al reflejo:

—¡Por mis cojones!

Sí, Beka Von Freeze es muy fina ella…pero shhh, ¡no se lo tengáis en cuenta!

¿Lo intentamos?

¿Damos lo mejor de nosotros?

¿Le enseñamos el dedito corazón a los días de mierda?

¿Cerramos el puño en plan guerrer@s?

Recordad que vuestros sueños os están esperando únicamente a vosotros. Surgieron y nacieron para que vosotros peleaseis por ellos.

Sí, esto también es una especie de mantra. Me lo repito a mí misma todos los días para ver si así me lo terminó de creer.

¡Un abrazo congelado!


11/14/2016

ESTA ES MI SITUACIÓN, PERO ESTA NO ES MI VIDA

¡Queridos freezers!

Con el café del mediodía quiero reflexionar sobre todas esas veces en las que algún acontecimiento nos ha sacudido y nos ha hecho pensar que no encontraríamos la solución a la tormenta.

Pensar fríamente en el titular de este desvarío.

¿Cuántas veces lo habéis pronunciado?

Cuando lo leí en el libro de Ronda Rousey me dejó una sensación extraña durante días.  

Creo que tenemos un problema muy grave si no lo pronunciamos y nos creemos que esa situación nos condiciona.

Todos sabemos lo que es sentir que nuestro presente se está desmoronando. Trocito a trocito. Sentir que se nos escapa de entre los dedos, que muta de piel y que nos afectará irremediablemente, quizá a largo plazo, pero sobre todo a corto.

Incluso podemos sentir dolor. Mucho. 

Sucede que a veces cualquier inconveniente nos desestabiliza, independientemente de su dureza o su gravedad, nos hace estallar en mil pedazos y nos saca de nuestras casillas.

A momentos parece que eso que algunos llaman Karma se ha vuelto en nuestra contra, que alguien nos ha echado un mal de ojo o que todas las influencias negativas van a parar a nosotros.

La suerte es así. Puede que el viento sople a favor, o puede que nos despeine y nos deje tiritando.
Cosas de la magia del destino.

Sin embargo tenemos el derecho, y a veces el deber, de mirarlo desde un prisma objetivo. Dejar nuestros sentimientos a un lado y actuar en consecuencia como si lo viéramos desde fuera. Como si en realidad fuésemos otra persona y no quienes somos.

Como si esa situación la estuviera viviendo un desconocido y nosotros solo fuésemos un telespectador de una serie de ficción o de una película de terror.

Sabemos que un mal momento no puede condicionar toda nuestra existencia, pero caemos. Y a veces intentar escapar, gracias a la mente, es la única manera que conseguimos para recobrar las fuerzas para luchar. 

Cuando estamos sumergidos en nuestro propio agujero de negatividad no hay quien nos ponga freno. ¡No hay peor enemigo que nosotros mismos! ¿verdad?

Nuestra mente lo es todo.

Recordad esto cada vez que sintáis que los rayos golpean demasiado cerca.

Yo lo intento cada día.

Tenemos que reinventarnos, resurgir de nuestras cenizas, pelear tanto como haga falta. Por muy duro que nos golpee la vida no puede cambiar todos nuestros proyectos o sueños. Por muy abajo que nos sintamos no podemos darnos por vencidos. Pero cuesta. Muchísimo.

Y quizá veamos el cielo en tonalidades grises. No siempre se tiene la misma valentía fluctuando en nuestras venas, la melancolía siempre está al acecho esperando una mueca de fragilidad para agarrarnos fuerte.

Muchas veces, nuestro estado de ánimo nos afectará tanto que nos colapsará, que pensaremos que es el fin del mundo. Lo veremos todo de color negro. Nos agobiaremos por la profundidad del pozo en el que sentimos estar. Pero no, tenemos que tener claro que las diferentes situaciones que nos arrollen no serán toda nuestra vida.

Lo único insuperable es la muerte.

Todo lo demás se puede sobrellevar, de la forma que sea. La luz al final de túnel aparecerá. Más tarde o más temprano.

Como me dijo mi amiga Maite una vez: la vida no te da golpes que no puedas soportar.

Hay momentos buenos y excelentes, momentos malos y momentos horribles que quisiéramos olvidar. Pero ninguno de ellos nos define al 100%. Ninguno de ellos tiene el poder de convertir una situación en todo lo que somos.

Cada uno de nosotros estamos hechos de un conjunto de circunstancias, de vivencias, de instantes, de problemas y sus soluciones, de sentimientos, de sonrisas, lágrimas, gotas de sudor y sangre, gemidos, sollozos, y por ello cada momento es único e irrepetible, pero nunca lo será hasta el punto de hacernos perder el norte. O no debería.

Sin embargo, es muy difícil no sentirnos derrotados cuando una situación trágica nos sacude. Los sentimientos nos ahogan, nos traspasan.

¿Lo habéis sentido?

Por muy objetivos que queramos ser. Por muchos manuales de autoayuda que hayamos devorado, por mucho que nos lo propongamos, después la realidad es muy distinta.

Cuando algo nos golpea…nos desestabiliza por completo. También tenemos derecho a caer. Al igual que tenemos el deber de levantarnos para seguir en pie. Porque nos lo debemos.

Quizá la magia esté en darnos cuenta de lo que está sucediendo, en reconocer que “ese algo” nos está golpeando y haciendo daño, que nos está haciendo temblar, que puede que caigamos derrotados…

Pero somos los únicos que tenemos la posibilidad de cambiar nuestros propios sentimientos.

Debemos recordarnos a nosotros mismos: que esta situación es solo un momento de nuestra existencia, que no es nuestra vida. Tenemos que suspirar bien fuerte, cerrar los ojos, apretar los puños, para cuando abramos de nuevo tanto los ojos como los puños, dentro de nuestro interior respire la certeza de saber que estamos listos para pelear.

No hay que perder nunca la esperanza de que las cosas…mejorarán. Cambiarán. Porque todo en la vida son ciclos. 

Esta situación se marchará…

¿Nos lo repetimos como un mantra? 

¡A luchar aunque el cielo de nuestro alma esté negro! ¿vale?

¡Un abrazo escarcha!

11/01/2016

NUNCA NADA SERÁ PERFECTO


¡Queridos Freezers!

¿Os apetece un café conmigo?

Pensad que la lluvia golpea la ventana. Sus pequeñas gotitas lloran mientras se resbalan por el cristal. Mi corazón tintinea en ganas de suspirar.

¿Habéis entrado en situación?

Perfección.

Perfección…

Ahora reflexionad sobre ella.

Os voy a descubrir algo que no sabíais:

¡La perfección no existe!

Seguro que no lo habíais escuchado nunca. Lo más probable es que jamás hayáis llegado a esta conclusión ¿verdad? :P

Como bien dice Ronda Rousey en su biografía: no podemos esperar a las condiciones perfectas. Nunca nada será perfecto.

Debemos seguir caminando hacia delante con las condiciones que nos son dadas.

Debemos tener muy claro que podemos conseguir aquello que nos propongamos, si de verdad luchamos por ello, tarde o temprano, sea de la forma que sea, obtendremos los beneficios por nuestro sacrificio.

El éxito se puede ver desde distintas perspectivas y, por ello, si no se dan las opciones perfectas lo que debemos hacer nosotros es construirlas. Crearlas. Darles la forma que queramos, para sentir que son perfectas.

Nunca nada será perfecto. Somos nosotros los que hacemos que todo sea perfecto.

Nosotros mismos, junto a las personas que nos rodean, junto a las personas que queremos y amamos, somos los que convertimos lo que parece imperfecto en algo especial.

Cualquier momento puede resultar único si así lo creemos.

Tardé mucho tiempo de mi vida en darme cuenta de esto.

De adolescente me sentí sola, perdida y fuera del mundo demasiadas veces. Me sentí insatisfecha sin motivo en tantas ocasiones, que solo el madurar de la vida me enseñó lo verdaderamente importante.

Pasé tanto tiempo aspirando a conseguir sueños y metas demasiado grandes, que cuando comencé a luchar por lo que quería, los pequeños triunfos me demostraron lo que realmente nos hace felices.

No es conseguir lo que queremos, sino el camino que recorremos.

No importa las veces que nos digan que tenemos sueños imposibles, que no lo conseguiremos. No debemos nunca esperar a las condiciones perfectas.

No hay que desesperar por el momento mágico, porque puede que ese instante no llegue nunca de la manera en la que lo deseamos y de tanto ansiar podemos no llegar a vivir lo que está escrito en nuestro destino.

Nos podemos perder cosas maravillosas si soñamos muy alto, sin nos despistamos demasiado, si no tenemos los pies en la tierra.

Los momentos que nos arrancan sonrisas vienen cuando no les esperamos. Esto es algo que también me ha enseñado el acontecer del tiempo.

Es nuestro deber como seres humanos conscientes y emocionales, saber encontrar la esencia de cada acontecimiento, por muy pequeño que éste nos parezca al vivirlo.

Es al recordarlo, al exprimirlo, al rememorarlo, cuando podemos sentir en el fondo de nuestro corazón que el reloj se había detenido. Que ese instante era el preciso momento con el que llevábamos mucho tiempo soñando.

¿Os ha pasado alguna vez estar disfrutando de un instante y sonreír al daros cuenta de que será especial para vosotros?

¿Qué volveréis a él con el paso del tiempo?

¿No es bonito saber apreciarlo?

No importa cuál sea el camino, la batalla, el recorrido, lo que prima es darse cuenta de todo lo que vamos consiguiendo durante ese trasegar. De todo lo que podemos llegar a experimentar si abrimos bien los ojos y dejamos al corazón funcionar como desea.

Aunque el día amanezca gris, aunque parezca que todo se desmorona, aunque nos sintamos tristes, hay que sonreír y seguir adelante. Con una sonrisa bien grande y verdadera. Dejemos las muecas falsas para otro momento. Por nosotros. Porque nos lo merecemos.

Aunque el sol nos escueza, hay que saber apreciar todo su brillo. Hasta en su resplandor sobre las nubes más negras podemos encontrar belleza.

¿No os habéis fijado nunca en ese titilar mágico del sol sobre las nubes carbonizadas mientras vuestros pies caminan despacio?

¡Pues ya estáis tardando! ¡Mirad al cielo! Seguro que cuando lo hagáis, pensáis en Beka Von Freeze… :P

Descorchad el champán, abrir esa botella de vino, esa cerveza y esos chocolates para las ocasiones mágicas, y a por vuestros sueños. 

Porque cada día que acontece es un gran momento para luchar, para sonreír, para besar y abrazar, para volver mágico un instante que parece rutinario. Para volver algo insignificante en algo perfecto.

Porque es el momento de luchar por nuestros anhelos, nuestras metas y nuestros sueños, con todas nuestras fuerzas. Aunque parezcan imposibles, aunque pensemos que nos será muy difícil, aunque creamos que no lo lograremos. Aunque nos repitan una y mil veces que dejemos de soñar.

Es el momento de crear las condiciones perfectas con las herramientas que tenemos, sonreír, luchar y gritar que sí, que podemos.

—Nosotros podemos. Somos seres geniales repletos de imperfección.

La perfección está sobrevalorada…

¿A qué sí?

¡Un abrazo escarcha!